¿SABES REALMENTE QUE ESTÁS DICIENDO?
Por Sebastián Osorio.
A lo largo de mis vivencias en el mundo de los clubes de tiro, a las experiencias acumuladas, es de esperar que haya interactuado con un numero para nada pequeño de personas pertenecientes a este círculo.
Esto me ha permitido compartir un montón de conversaciones, algunas de tinte bastante técnico, otras de carácter más personal, y bueno, las conversaciones más de confianza me han mostrado los sentimientos como pensamientos más sinceros de cada individuo, borrando de la pizarra mental esa imagen de rígida etiqueta que tanto nos ha caracterizado a los dueños legales de armas de fuego.
He sido testigo de un fenómeno recurrente, y porque no decirlo, ya propio de las personas de la comunidad del tiro, y es que muchas de las cosas que manifiestan con palabras, de una forma tal que denota una férrea convicción, algunas veces no son tomadas con la seriedad suficiente, o más que eso, no son analizadas, no son saboreadas ni contempladas en su trasfondo más real. ¿Pero, cuales son estas manifestaciones? ¿O cual es LA manifestación en cuestión?
Si usted al igual que yo se ha relacionado con las personas pertenecientes a las comunidades de los clubes de tiro, ha compartido con estas y ha pasado entretenidas como fraternales tardes en los días de practica o torneos en los polígonos, habrá oído alguna vez lo siguiente: “El gobierno o los comunistas no quieren a un pueblo armado ya que ante una tiranía se les podría revelar” o “La izquierda quiere desarmar a las personas de bien, porque ante una dictadura comunista se les podrían revelar y estando desarmados es un problema menos del cual preocuparse”
Estos pensamientos han sido manifestados usualmente ante el descontento y malestar de las políticas desarmistas bastante comunes en el gobierno (o los gobiernos). También salen de forma inmediata a la palestra cuando se da aviso por los medios de comunicación de los nuevos proyectos de ley que, o pretenden de lleno desarmar a la población civil, o , limitar con las ya recurrentes trabas carentes de mínimo criterio que implementa el Estado, con el fin de desincentivar la adquisición legal de armas de fuego por parte de civiles honestos que solo desean ejercer su derecho a la legitima defensa. Ahora, se preguntarán ¿Qué es lo malo en estas palabras?: NADA, absolutamente nada, salvo por un pequeño detalle; Quienes las dicen, ¿saben realmente que conlleva dichas palabras? ¿Saben que es lo que demanda tal convicción?
Digo esto porque la comunidad del tiro tiene el mismo síntoma de aquella contraparte política que tanto los intenta perjudicar, y ese síntoma es el ESTATISMO, si, como lo dije, sin medias tintas ni con cabida a segundas interpretaciones, el ESTATISMO, solamente que, de una forma distinta, más tenue y en oídos como ojos poco atentos pasa bastante desapercibido. Verán, esto no lo digo con un afán de desprestigiar ni nada por el estilo, tampoco es el producto de un antojo gratuito nacido del porque sí, pero es cosa común el incesante intento de cercanía más allá de la necesaria hacia las instituciones de orden público, más particularmente hacia las policías, como si, quisiesen ganar puntos con ellos, como si de alguna forma los dueños legales de armas quisiesen su aprobación, ¿el porqué de esto? Cualquiera podría pensar que cierto trato especial tiene como fin conseguir cosas, pero va más allá, es algo mucho más profundo, es algo que incluso se podría decir que es “propio del ADN cultural y social” de los ciudadanos de bien, de gente que tiene un gran respeto hacia las figuras y autoridades legales (incluso si estas ejercen tratos injustos hacia ellos)
Recuerdo como anécdota, cuando me enteré que en cierto club de tiro ocurrió un problema, el cual a causa de una razón totalmente errada fue denunciado injustificadamente por un servidor público, funcionario el cual el concepto de mínimo aceptable criterio a toda vista lo desconocía. Cuando esto ocurrió algunos de los miembros de este club manifestaron palabras como; “hemos sido traicionados por una institución amiga”. He aquí el problema y la razón de ser de todo este análisis, creer que una institución estatal será amiga de organizaciones civiles que practican el uso y empleo de armas de fuego.
Pregunta seria: a ti ciudadano respetuoso de la ley, a ti ciudadano respetuoso de las figuras encargadas al cumplimiento de la ley (como lo son los servidores públicos), tú que tanto manifiestas que un pueblo armado no les gusta a los tiranos ya que se puede revelar, tú que con tanta convicción crees esto desde el sentimiento más sincero… ¿Serias capaz de dispararle a un policía?
Tras esta pregunta no sería nada raro el inmediato espanto y sensación de asombro en el mal sentido de la palabra por parte de un lector con estas características. La sola idea de dispararle o matar a un servidor público, más particularmente a un funcionario de las fuerzas de orden y seguridad (policía, militares, etc.), los cuales se supone que “están para protegernos” causa un común rechazo en aquellas personas de tinte anticomunista, de derecha o sin ánimos de encasillar y clasificando de una forma más general, aquellas personas que tienen una inclinación natural hacia el orden y la decencia. Pero, lo que, no sé si por ignorancia, poca capacidad de análisis o simplemente de forma deliberada hacen la vista gorda hacia una realidad que incomoda, cuando manifiestan lo de “El gobierno o los comunistas no quieren un pueblo armado por que ante una tiranía se les podría revelar” No entienden que aquellos funcionarios públicos a los cuales muchas veces invitan o dejan disparar y usar gratis las canchas de tiro, a fin de generar lazos amistosos cada vez más fuertes con dichas instituciones, no entienden o no quieren entender, de que, como dicen los gringos: “Esos mismos policías que tanto defiendes son los mismos que te desarmaran cuando les den la orden”
La realidad incomoda es que, las policías o funcionarios públicos encargados del orden y seguridad, no son amigos ni quieren ser amigos de civiles que practican el uso y empleo de armas de fuego con el fin de ejercer algo para lo cual se supone (en teoría), que debiesen estar solo ellos y nada más que ellos, de hecho, así es el sentir y pensar de quien cree que el monopolio de la fuerza debe concentrarse solo en el Estado.
El Estado es la policía, la policía es el Estado, los funcionarios públicos no tienen lealtades hacia los civiles de a pie, y no tiene por qué ser así. Es un error de hecho pensarlo así y más aún, pecan de ingenuos quienes llegan a caer en tal estado de peligrosa inocencia. Las fuerzas de orden y seguridad solo obedecen ordenes, son personas profesionales y como profesionales que son, cuando los gobernantes de turno den una orden, sea buena o mala, justa o injusta, la acatarán, ejecutarán dicha orden sin cuestionar si lo que hacen está bien o está mal, simplemente lo ejecutarán. No está demás mencionar que la percepción que poseen de las cosas los funcionarios públicos es de, “somos los buenos, ejecutamos la ley, si algo es ley es bueno, si es legal es sinónimo de que está bien y nosotros hacemos el bien asegurándonos que la ley se cumpla”. He sido testigo como un buen número de funcionarios públicos que he conocido han manifestado de su propia boca, “yo solo obedezco o sigo órdenes”. Pocos son aquellos funcionarios que tienen conflictos morales con ordenes de carácter cuestionable, pero la excepción no hace a la regla. A los seres humanos comúnmente les es cómodo relegar responsabilidades, depositar en los hombros de otros los pecados propios. ¿Cuántas atrocidades cometidas en la extensa y sangrienta historia humana se han cometido y justificado con esta frase? Las personas, el común de las personas, ven como algo bueno, hasta como una virtud a seguir el hecho de ser profesional. Ser profesional de por si es bien visto, respaldado moral y legalmente por el común de las sociedades, aunque pocos entienden que ser profesional muchas veces demanda ignorar el semáforo moral y ético que significa serlo. Ser profesional es solo eso, ser profesional, no lo confundamos con ser una buena persona o hacer actos de bien. Si alguno de los lectores vio la serie “The Mandalorian”, o en español,“El Mandaloriano”. Una serie basada en una de las tantas historias de la saga Star Wars, esta serie en particular trata de la historia de un caza recompensas perteneciente al pueblo Mandaloriano, los cuales se rigen por unos sólidos e inamovibles códigos y principios, algo así como el de los Samuráis, estos caza recompensas son muy solicitados ya que sus habilidades y avanzados conocimientos de combate, lucha cuerpo a cuerpo y métodos empleados, los hacen bastante efectivos para llevar a cabo las solicitudes de quienes los contratan, sea cual sea la misión que se les dé. Nuestro personaje principal tras una misión que consiste en ir, recuperar y entregar un “paquete”, cuando logra dar con el objetivo se da cuenta que es un infante, un niño de una raza alienígena que apenas puede gatear, y como buen lactante pasa gran parte del tiempo durmiendo, haciendo travesuras o echándose cosas a la boca. Posteriormente descubre que ese niño será sometido a experimentos científicos que probablemente cobrarán su vida, más adelante llega el momento clave, el momento de inflexión que dará un giro de 180 grados a esta historia, ser un profesional o hacer lo correcto, nuestro protagonista decidió en último momento hacer lo correcto. Va en rescate de este niño lo cual le trae terribles consecuencias, pero como diría el protagonista en su código Mandaloriano; “ El camino así es”, (Frase que denota que sin importar las circunstancias, hay códigos y principios que jamás se pueden romper). Ya habiendo podido explicar la naturaleza del ser profesional y aclarar que eso no conlleva necesariamente actos de pulcra moral o de bien, retomemos otro punto.
Tanto un comunista como alguien de derecha que dice; “para que eso de armarse o practicar tiro, si para eso están las policías”, son en esencia lo mismo, estatistas solo que de distinto color, pero estatistas, al fin y al cabo. Ninguno de ellos está de acuerdo con la autotutela, ninguno está de acuerdo con que el monopolio de la fuerza o la capacidad de ejercer la violencia se reparta en grupos externos a los estatales (civiles, por ejemplo). No existe ninguna diferencia entre un comunista que pide y exige el desarme total de la población civil con un típico Food ( forma de referirse a los boomers del mundo del tiro) que si bien vota por políticos de derecha y posee armas registradas, pero también y al mismo tiempo, mira con malos ojos la posesión de armas por parte de la mayoría de civiles (o que incluso existan leyes más flexibles para que estos puedan acceder legalmente a la posesión de armas de fuego) , ya que, vuelvo a repetir, en el sentir de estas personas que piensan; “para eso están las policías”, ambos desaprueban la autodefensa o la exclusión del Estado para que este ejerza la seguridad ciudadana en primera instancia. Podría decir incluso que, no hay ninguna diferencia entre alguien que, todo lo referente al tiro táctico lo restringe o mueve hilos usando sus influencias para prohibirlo en las comunidades de clubes de tiro y solo da cabida al tiro “deportivo” o al competitivo, a un comunista. Ninguno de ellos, no solo quiere a un pueblo desarmado, sino también, tampoco quieren a un pueblo preparado y dispuesto al enfrentamiento físico con medios letales para defender la libertad. Ese policía que tanto admiran estas personas, que incluso en las redes sociales como Facebook postean sus himnos en los días conmemorativos de dichas instituciones en señal de admiración, ningunas de estas personas en ese estado, jamás podrán defender la libertad como las extremas e imperantes circunstancias lo requieran. Al menos en la realidad de algunos países, las fuerzas de orden y seguridad, si tienen que colaborar y respaldar a un gobierno totalitario, por ejemplo, a uno comunista/socialista (como pasa en Venezuela) simplemente lo harán. Ellos, recordemos, solo obedecen ordenes, son gente profesional. El desarme civil a las fuerzas de orden no les afecta en lo más mínimo, de hecho, les beneficia por todo lo ya mencionado. Un pueblo indefenso, osea, desarmado, está a merced de ellos, ya lo dijo así Jack Donovan en “Un cielo sin águilas”: “Los hombres sin armas están a merced de los hombres que si tienen las armas. Si el estado controla todas las armas, la gente está a merced del estado. Todo lo que pueden hacer es suplicar. Los hombres que no están autorizados para acceder a los medios para desafiar a la tiranía ya no son hombres libres. Son súbditos, incluso posiblemente esclavos. Un país donde la gente debe confiar en la benevolencia de una pequeña clase dominante todopoderosa que mantiene un completo monopolio de la violencia, es un Estado Policial” …Mucha atención con el siguiente punto del mismo libro: “El Estado Policial controla las armas y ellos usan las armas para controlarte a ti. Los defensores del control de armas están, en efecto, defendiendo un ESTADO POLICIAL”. ¿Como alguien podría defender a un Estado policial? Existen muchas formas, no todas las formas tienen que ser explicitas, directas y de evidente expresión, también existen formas indirectas o que incluso pasan hasta desapercibidas por quienes mismos las hacen. Una forma bastante común de hacerlo (ya recurrente en las comunidades del tiro o dueños legales de armas) es la cooperación con las entidades encargadas a la fiscalización y control de armas registradas (Como cuando las comunidades de tiro de sientan a negociar con las entidades que desean implementar medidas injustas con ellos, profundizaré de esto más abajo). Incluso, la aprobación de incesantes y cada vez más estrictos reglamentos, que estas entidades imponen de forma implacable hacia los dueños legales de armas. Esto se puede dar en circunstancias como cuando funcionarios públicos realizan una labor fiscalizadora en el domicilio de un dueño legal de armas, pero sobrepasan en total conocimiento sus atribuciones que les establece y exige la ley, incurriendo en irregularidades e ilegalidades a toda conciencia. Ante esto, algunos dueños legales optan por permitir tales irregularidades ya que ven como algo incorrecto tener conflictos con dichos funcionarios, y más que el temor, les sorprenderá saber que aquello que los mueve actuar de esa forma tan sumisa es la admiración hacia quienes, como usualmente dicen: “cumplen una muy bonita y noble labor”. Cuantas veces he oído el clásico: “Esta super bien que hayan puesto este nuevo reglamento, y nosotros como buenos ciudadanos respetuosos de la ley vamos a dar el ejemplo”. Como si por aplaudir el sistemático robo de sus derechos por parte del Estado, las autoridades dijesen: “Creo que estamos equivocados en actuar o legislar de esta forma contra estas personas, nos hemos dado cuenta que son ciudadanos de bien, que incluso, cuando imponemos reglamentos y leyes injustas, ellos las cumplen para demostrarnos que no son parte del problema, que están de nuestro lado y dispuestos a cooperar con nosotros, que buenas personas son. Que gente más decente y de bien. Teniendo todo esto en consideración tendremos un mejor trato con ellos. Se lo han ganado” … Pobres ingenuos, pobre gente ciega e inocente. El Estado, ante esta sumisa conducta, probablemente ya vio lo fácil que sería la imposición de una tiranía o de un desarme total a la población civil. Dirán en sus mentes: “Son ciudadanos respetuosos de la ley, cumplirán hasta lo más injusto que les impongamos. Delatarán o entregarán a sus propios amigos si es necesario con tal de cumplir nuestras voluntades, solo basta con pedirselos”.
Si un desarme se logra imponer con todo el respaldo legal habido y por haber, aquellos hombres armados, aquellos servidores públicos no irán a requisarte las armas con un “por favor”, no darán opción sino la orden, y el desobedecer la orden traerá las consecuencias ya dichas. Y eso, eso estimados lectores, eso es lo que conlleva defender la libertad. Los hombres libres poseen armas, los esclavos no. El hombre libre es libre porque ante otro hombre que diga: “haz esto”, si aquello es injusto e indigno de obedecer y tiene los medios para desafiar lo que se le esté ordenando, podrá decir: “oblígame”. De la misma forma que los Espartanos ante la orden de que entreguen sus armas (En la batalla de las Termopilas), dijeron: “¿Quieren nuestras armas? ¡Vengan por ellas!”. La capacidad de ejercer la violencia y estar dispuesto a ejercerla es el único seguro real contra la tiranía, es la única garantía que sustenta la libertad. El entregar sin resistencia los medios que respaldan tu libertad es entregar tu libertad. Despojarse de toda posibilidad de hacerle frente a la tiranía es quedar a merced de esta. Solo queda rogar misericordia y sobrevivir dentro de lo posible.
En estas comunidades podríamos de forma más general clasificar en 2 grupos, de hecho, estos dos grupos se aplican en todo el común de la sociedad; Quienes obedecen por lealtad/admiración y quienes obedecen por miedo. El segundo grupo es en efecto el de mayor numero, si por alguna razón creíste que cumples con la ley solo porque eres una buena persona, permíteme decirte que vives en una mentira. Las leyes si no poseen algo, algún elemento, o personas que se aseguren que se cumplan, son solo palabras, letras agrupadas ordenadamente en tinta y papel, pero nada más, sino existe la idea o conciencia de, “si no obedezco o si desobedezco esto algo me puede pasar”, sino existe un incentivo real que mueva las voluntades de los seres humanos a cumplir la ley, no se podrá convencer ni a un niño de hacerlo. El mismo autor ya mencionado (Jack Donovan) en “Violence is Golden” dijo: “Los Estados cuentan con leyes que son ejecutadas por hombres listos a llevar la violencia a quienes rompen las leyes. Todo impuesto, todo código y todo requerimiento de licencia necesita de una progresión creciente de penalidades que, al final, deben resultar en la expropiación o en el aprisionamiento llevadas a cabo por la fuerza, por hombres armados y preparados a usar la violencia en caso de resistencia o no cooperación”
La única razón real porque obedecemos a un policía es porque carga con un arma de fuego en su cintura. No lo razonamos de esta forma, pero sabemos inconscientemente que, ante el quebrantamiento o desobediencia de la ley, hombres armados, respaldados legalmente por el Estado y autorizados a usar el grado de fuerza y violencia física necesaria (e incluso fuerza letal), irán tras nosotros. Sabemos que, de lidiar con estas personas armadas, si no cooperamos, si no nos sometemos a ellos, todo puede desencadenar en un enfrentamiento físico, y si tal enfrentamiento físico, tal resistencia sube de grado, puede escalar a un punto que este hombre armado saque su arma y nos dispare. Si lo vemos de este modo, la verdadera descripción de esta realidad es; - Si no obedeces o nos desafías, te mataremos -.
Si se cumple el añorado deseo de muchos políticos de desarmar a la población civil, Si se logran aprobar tales leyes, para que esto se cumpla, tiene que existir un choque físico, un uso de la fuerza que ejecute el cumplimiento de esta ley. Dudo mucho que la gran parte de la población entienda la real naturaleza de lo que esto significa. Dudo mucho que la población legalmente armada y considerablemente respetuosa de las mismas fuerzas de orden y seguridad, los cuales serán quienes realicen el desarme de la población, entiendan que solo existen 2 opciones, si, solo 2; O se someten como buenos y dóciles ciudadanos respetuosos de la ley acatando el mandato (por muy injusto que sea), o se enfrentan física y violentamente contra quienes pretenden despojarlos de su única posibilidad realmente efectiva de proteger sus vidas y la de sus seres queridos, por ejemplo, contra la delincuencia, la cual no es frenada por un Estado que supuestamente esta para protegernos. Cuando digo que solo existen 2 opciones de lidiar con esto y una de esas opciones es el enfrentamiento violento, no exagero en ninguna medida, es la realidad tal y como es. ¿Qué creían? ¿Qué aquellos funcionarios policiales, que aquellos servidores públicos pertenecientes a las fuerzas de orden, irán a pedirles por favor y que de forma no obligatoria entreguen sus armas? ¿Qué el decomiso lo efectuaran solo en modo de sugerencia? ¿Una opción que motivada solo por la buena voluntad sean invitados a aceptar?
PARA EJERCER LA AUTORIDAD SE NECESITA BLANDIR LA ESPADA.
La idea de poseer la fuerza y la capacidad suficiente de infringir daño, de matar si es necesario, es la motivación más eficiente para persuadir a otros de cumplir determinado mandato u orden. Si quienes son alentados a cumplir una ley, son persuadidos por el amor, simpatía o afecto, quienes usen este método se enfrentan a un inminente y asegurado fracaso. Como dijo Maquiavelo: “Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen”, o, “Los hombres generalmente se conducen por dos impulsos, por amor o por miedo”. Sin embargo, el amor no es un garante tan fuerte como lo es el miedo, el miedo y más aún cuando es motivado por la violencia o la posibilidad de esta. Es tan poderoso este efecto en la mente humana que incluso culmina en el terror. Quiten la pistola del cinto al policía, quítenle el fusil al soldado, quiten cada arma o elemento que pueda causar el mínimo daño a cada autoridad encargada del orden y veamos cuánto dura el “respeto” por la ley, veamos si incluso usted, sigue considerando la idea de obedecer a cada policía que lo inste a obedecer determinado mandato u orden si no están provistos de armas. Viéndolo de ese modo, no existe realmente tal cosa como “respeto” hacia la ley (o al menos en la mayoría de la población), sino que, solo la motivación de cumplirla por el miedo a ser castigado o a las consecuencias ya descritas que implica la infracción o desobediencia de esta. La autoridad si no está respaldada del poder de la violencia, no puede ser posible, de la misma forma que la vida necesita de ciertos elementos químicos para que exista, la ley sin el poder de la violencia es solo una palabra, una idea sin ningún indicio de llegar a la realidad física, y más aún, despojada de toda posibilidad de ser considerada en el más mínimo aspecto hasta por el más pasivo y cobarde de los hombres.
ESTATOLATRIA.
La Estatolatria se define como una veneración, una adoración hacia la figura del Estado a un punto de otorgarle un carácter divino. Como si el Estado fuera un dios y en este punto, si es un dios, el Estado no se equivoca, el Estado jamás falla y el Estado todo lo ve, todo lo sabe, todo lo puede y todo proveniente de él, es correcto. Moralmente es perfecto. Algo similar pasa en las comunidades de buenos y decentes ciudadanos armados legalmente, se vuelven en cierta manera Estatolatras, ni ellos mismos se dan cuenta de dicha y silenciosa transformación. Nace dentro de ellos un sentimiento de pertenencia y simpatía hacia los organismos estatales a medida que empiezan a participar activamente de los tramites y reglamentaciones impuestas por las entidades encargadas del control de armas, inclusive y sorprendentemente, empiezan a ver con buenos ojos cada obstáculo y cada engorroso requisito extra para la adquisición legal de un arma por parte de las autoridades Estatales. Esto pasa debido a que en sus mentes, los requisitos para la adquisición legal de armas que impone el Estado, los perciben como criterios de filtro que separan a los buenos ciudadanos de los malos. Nada más alejado de la realidad. Toda la evidencia histórica apunta que esto solo tiene como objetivo limitar las capacidades de respuesta armada de una población subyugada a la tiranía y de los abusos de sus gobernantes. Me atrevería a decir, que la idea de mirar de buena forma y con suma aprobación, que, para poseer un arma, esta tiene que registrarse, que tengamos que pedir autorización al Estado y someternos a sus criterios para poder adquirir los medios para defender nuestra vida y la de nuestros seres queridos, es un elemento inicial que puede ayudar a germinar en la estatolatria. Este fenómeno lo evidenciamos en la frase ya mencionada anteriormente: “Esta super bien que así sea, como corresponde”. La sensación de cumplir se convierte en la de ser útil, de no ser una piedra en el zapato del supuestamente benévolo Estado, sino por el contrario, de ser un perfecto y bien lubricado engranaje dentro del sistema. La dopamina de sentir la tranquilidad de que aquellos hombres armados o policías (a los cuales tienen en gran estima) no arremeterán contra los “dueños” legales de armas, sino que, incluso los dueños legales provocan cierta simpatía en las entidades encargadas de la fiscalización de armas, que en vista de sus buenos actos y actitud obediente ya los han descartado como potenciiales infractores de la ley, como entes conflictivos y molestos a las voluntades de los gobernantes, es muchas veces, razón más que suficiente para seguir aceptando cada pillaje a sus derechos y de ceder hasta el último centímetro de la esfera privada. Si lo que dice y hace el Estado es bueno, todo lo que se alinee con sus parámetros también lo es, por ende, cumplir con lo que el Estado me diga, me hace ser buen ciudadano y ser buen ciudadano, me hace bueno. Después de todo, ¿A que ciudadano con una predisposición a la decencia, al orden y al carácter civilizado, le gustará la idea de ser o sentirse malo?, Y peor aún, ¿De ser despojado de su libertad y tener que convivir con delincuentes y criminales de la peor calaña en consecuencia de infringir la ley?
MUESTRA DEBILIDAD Y ENFRENTA LA CALAMIDAD.
“Quien tolera el desorden para evitar la guerra, obtiene primero el desorden y después la guerra” Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, 1513.
Los gobernantes no son tontos, por algo son gobernantes, independiente de su constitución moral, independiente de cual ruines y malas personas puedan llegar a ser, son personas muy inteligentes. La política requiere estrategia, el gobernar se convierte en un arte que demanda aguda habilidad en las artimañas y una de aquellas artimañas es poseer capacidad suficiente de dar falsas esperanzas, dar una falsa sensación de tranquilidad, de que todo marcha bien, que se puede avanzar mediante el dialogo y la repetida como inservible negociación. Aquí es donde quería llegar. Sentarse a negociar con los tiranos, conceder pisadas dentro del terreno es ceder terreno, es mostrar que la fuerza que se pretende demostrar es en realidad solo un espanta pájaros. Si alguien te desafía aun sabiendo quién eres, ese alguien está midiendo fuerzas. Si no atacas con la suficiente fuerza ya perdiste antes de dar el primer golpe. Has puesto en descubierto lo débil que eres. Creo que aquí las asociaciones que luchan y velan para que los ciudadanos de bien puedan tener el derecho a la posesión de armas, le hacen un flaco favor a la causa. Esto siempre pasa. Una nueva ley intenta imponer el gobierno, un nuevo reglamento complementario, un nuevo requisito cada vez más tedioso y absurdamente estricto, delirante incluso. Se necesita una demostración de fuerza, pero aquí surge el problema. Si aquella “demostración de fuerza” es un; “Nos reuniremos los representantes de, ejemplo, gremios de armeros, asociación X por la defensa de armas de fuego, miembros del club de tiro X, nos sentaremos, hablaremos respetuosamente con las entidades que pretenden imponer estas leyes y ver cómo podemos llegar a un acuerdo”, en vez de un; “Pongámonos de acuerdo para que todos no cumplamos esto”, “Organicémonos y todos efectuemos la desobediencia civil”. Claramente las autoridades podrán seguir estando tranquilas, a fin de cuentas, son gente que jamás les darán un real problema del cual deban preocuparse. Los gobernantes y autoridades ya desde hace bastante tiempo han descubierto el método, la dinámica es más simple de lo que creen… “Escuchemos a esta gente, simulemos que tenemos esa disposición y que en realidad no actuamos de mala fe, mientras hablamos y hablamos nosotros legislamos y aprobamos. Ya nos dimos cuenta que esta gente jamás sería capaz de desafiarnos, de tomar reales y eficaces medidas contra nuestras injusticias. Por lo demás, ¿Qué harán? ¿Una toma violenta de las calles como siempre lo hace la organizada izquierda, y que en vista de ese método logran sus objetivos, no dejándonos otra opción más que legislar en favor de ellos? ¿Qué harán si al fin efectuamos un desarme civil? ¿Resistirse? ¿Levantarse en armas? No, eso jamás pasara. Estas personas o nos tienen gran estima o nos temen demasiado. Son personas demasiado civilizadas. Mejor, preocupémonos de cumplir las demandas de quienes no tienen ese exceso de decencia. Con los que tienen el valor de desafiarnos no se juega, como si lo podemos hacer con esta gente”.
En cierto perfil de Instagram leí algo bastante cierto: “La desobediencia no es suficiente contra la tiranía: La resistencia efectiva contra la tiranía a menudo requiere más que actos individuales de desobediencia. Podría necesitar movimientos organizados, desafíos legales, presión internacional e incluso acciones revolucionarias. La desobediencia podría ser parte de esto, pero no la solución”
¿Quiénes serían estas personas con las cuales ellos (Los gobernantes y fuerzas de orden) en sus mentes entienden que no se puede jugar?... Muy fácil. ¿Quieren un ejemplo? Veamos el caso de México donde existe una de las leyes de control de armas más restrictivas del mundo, donde, por ejemplo, existe una limitación de calibre en armas de fuego tipo pistola. Usted, si en México quiere comprar una pistola, solo puede acceder como máximo al calibre .380acp. Si bien no es un mal calibre, pero, ¿Qué puede hacer usted con un calibre 9mm corto (380acp) contra el arsenal de armas de guerra que poseen los Narcos Mexicanos? ¿Tal estricta ley de control de armas ha impedido que aquellos Carteles de la droga posean desde ametralladoras calibre 50, lanzacohetes e incluso, hasta drones con explosivos? (de los mismos que se usan en la guerra de Ucrania).
En estos países y en muchos otros, tal poder acumulan estos grupos armados a los cuales no les interesa cumplir la ley, que no solo tienen el poder de desafiar al Estado, sino que también de comprarlo. El mismo Estado, el cual en esencia debiese ser garante de las personas de bien, en ocasiones pasa a ser socio de dichas agrupaciones. Si algo nos han demostrado estas organizaciones criminales, terroristas, etc. Si posees el suficiente poder para desafiar al Estado, el gobierno no se meterá contigo, ni contra ningún grupo lo suficientemente poderoso que esté dispuesto a entrar en guerra directa y que no tema derramar sangre, y si lo hace, tendrá mucho cuidado en hacerlo, lo pensara más de una vez y hasta se sentara con ellos a negociar. Sino me cree, recuerde cuando los gobiernos de El Salvador anteriores a Bukele, se sentabana a dialogar y negociar con los representantes y lideres de las pandillas que tanto azotaban a dicha nación. Muchos países donde supuestamente el Estado debiese velar por el cumplimiento de la ley, y más importante aún, por la seguridad de los ciudadanos de bien, están controlados por pandillas, grupos y organizaciones criminales. A tal punto llega el poder de estas organizaciones y agrupaciones armadas, que muchos gobernantes, ministros y presidentes, dimiten.
Ante la ausencia de la autoridad Estatal, dejan la vacante libre, un lugar vacío y sin resistencia a ser ocupado por el primero con más poder que se atreva a tomarlo. Aquí se reinicia el ciclo. Grupos criminales tienen tal autoridad y poder que reemplazan al Estado mismo. Los Señores de la guerra en África, Las Pandillas en Haití, Los Carteles Mexicanos, etc. Son la prueba irrefutable que lo único que sustenta la autoridad es la fuerza bruta, quien posee las armas, el que tiene el arma más grande o quiénes son los que concentran el monopolio de la fuerza. “¿Quién me detendrá? ¿Quién se opondrá a mí? Yo tengo armas y ellos no”. A final de cuentas terminamos en el mismo punto. Hombres desarmados están a merced de hombres armados. Lo único que pueden hacer aquellos hombres que no tienen armas es rogar misericordia y someterse, sino, afronten el castigo, incluso la muerte.
Quienes tras leer este texto desaprueban el método revolucionario, es decir, un levantamiento armado contra un gobierno tiránico o la respuesta violenta contra los abusos estatales, les recuerdo lo siguiente: En vista de que muchos de estos países en sus inicios fueron colonias, lo que estos países son actualmente, es el producto y consecuencia de acciones revolucionarias. Muchos países, sobre todo los del continente americano, son producto de revoluciones. Muchos de los derechos que usted disfruta actualmente hoy, es gracias a alguien que se atrevio a usar la violencia contra el poder establecido. Estados Unidos sin actos revolucionarios jamás se habría podido liberar de la corona Británica, jamás hubiese podido redactar su constitución después de declarar su independencia. Las personas de aquella nación, jamás hubiesen podido gozar del estilo de vida y derechos constitucionales con los cuales crecieron. Sin el levantamiento armado que en el pasado sus fundadores desempeñaron, jamas habria sido liberarse de los tiranos. No toda revolución trae libertad y bienestar a un pueblo, sino miren como terminaron países como Cuba o Corea del Norte. Pero independiente de los resultados, la historia ha demostrado que, muy por el contrario, a cómo piensan aquellos de alma ingenua, la violencia, SI resuelve cosas. Nuestra civilización, la historia humana esta forjada en el derramamiento de sangre. Para conseguir la libertad, para romper las cadenas del yugo que oprime a un pueblo desarmado a merced de tiranos que concentran el poder físico de la muerte, el requisito por excelencia a lo largo de los siglos, precisamente a consistido en eso... Derramar sangre.
No digo esto con liviandad. El objetivo de combatir la tiranía o a los tiranos tiene un costo terrible. Incluso si genuinamente eres capaz de hacer lo que se tiene que hacer, es decir, por ejemplo, disparar contra un servidor público, tienes que tener la suficiente frialdad y conciencia que con aquel acto estas destruyendo una familia, causando el derramamiento no solo de sangre, sino de lágrimas de hijos y ahora huérfanos por tu causa, de una esposa, de una madre. En cuanto a lo que conciencia se refiere, es mucho más fácil morir por una causa que matar por ella. Y he ahí otro aspecto que vale la pena mencionar. La ventaja que tienen los organismos Estatales por sobre los civiles, es que tales conflictos morales no los atormentan, muy por el contrario, pasa solo en la mente de los ciudadanos tranquilos e intrínsecamente civilizados. Estos dilemas morales muchas veces son el gran freno en sus mentes y en la acción misma. Si servidores públicos tienen que disparar a un padre de familia, el cual, por ejemplo, se estaba defendiendo de una expropiación, no solo de sus armas sino de su propiedad, en la mente de aquellos funcionarios que presionaron el gatillo, no habrá remordimiento alguno. En sus mentes solo hicieron valer la ley usando la “fuerza legitima”, estarán invadidos de una sensación de tranquilidad ya que están convencidos que están del lado correcto, que son los buenos, que representan la ley y por ende al bien. Todo aquel que se atreva a desafiar la ley será de los malos. “No matamos a ningún ciudadano de bien que defendió legítimamente su propiedad”, dirán en sus mentes, “solo era un delincuente el cual se resistió y recibió su merecido”. Usando la expresión clásica; “Como Corresponde”
No me interesa si estas de acuerdo conmigo, solo que antes de decir: “El gobierno no quiere a un pueblo armado porque ante una tiranía se les podría revelar”, “La izquierda no quiere a un pueblo armado ya que de ser asi no podrán instaurar con tranquilidad una dictadura”, etc y etc. Entiendas muy bien lo que conlleva esto. Si eres de aquellos que tiene tanta admiración y simpatía por las policías y fuerzas de orden en general, entiendas que conlleva defender la libertad. Defender la libertad no es un juego.
Para defender la libertad, hay que derramar sangre.
Cuando los gobiernos temen a la gente, hay libertad. Cuando la gente teme al gobierno, hay tiranía. Thomas Jefferson.
excelente publicación
ResponderBorrarSaludos Seba
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